El impulso genético es un fenómeno genético que tiene lugar en la naturaleza y hace que un rasgo seleccionado se difunda rápidamente en una especie a través de la reproducción sexual, a lo largo de varias generaciones. El impulso genético funciona aumentando la probabilidad que la descendencia herede un gen modificado. Normalmente, los genes tienen una probabilidad del 50/50 de ser heredados, pero los sistemas de impulso genético podrían aumentar esa probabilidad a más del 99 por ciento. Esto quiere decir que, en el curso de varias generaciones, un rasgo seleccionado puede hacerse cada vez más común en una determinada especie.
Los investigadores llevan mucho tiempo estudiando cómo aprovechar los impulsos genéticos para resolver algunos de los problemas más difíciles de la sociedad. La salud pública y la conservación del ecosistema son dos de las principales áreas en las que se ha centrado la investigación, aunque existen muchos otros usos potenciales.
- Salud pública: Se han hecho diferentes propuestas para utilizar el impulso genético con el fin de limitar la propagación de enfermedades, especialmente de aquellas transmitidas por insectos portadores, como la malaria, y que afectan a cientos de millones de personas cada año. Esto se podría conseguir mediante la inserción de un rasgo que impida al huésped alojar al patógeno, o que afecte a la dinámica de la población local del organismo huésped y reduzca su población.
- Conservación: Las aplicaciones potenciales de el impulso genético en este campo haría posible la eliminación de especies invasoras introducidas que amenazan a los ecosistemas nativos o que portan enfermedades infecciosas que ponen en riesgo la supervivencia de otras especies. Así, por ejemplo, se está considerando el impulso genético para la gestión de poblaciones de ratas en territorios isleños. Como especies invasoras, las ratas afectan negativamente a la supervivencia de la fauna local y son la causa principal de su extinción.